La Dra. Andrea Mahn, académica de la Facultad de Ingeniería, lidera proyecto Fondef orientado a validar la producción y estabilización del sulforafano para crear ingredientes funcionales que se incorporen en alimentos. Se cuenta con la colaboración de entidades asociadas de los rubros alimentario y farmacéutico, más el respaldo de un equipo interdisciplinario de las facultades de Ingeniería y de Química y Biología de la Usach.
La demanda global por alimentos funcionales crece de manera sostenida, impulsada por consumidores que buscan productos capaces de satisfacer sus necesidades nutricionales y, al mismo tiempo, aporten beneficios a la salud.
De acuerdo con un informe de la consultora Fortune Business Insights, el mercado mundial de alimentos y bebidas funcionales alcanzará los USD 793,60 mil millones en 2032, prácticamente duplicando los USD 398,81 mil millones estimados para 2025, con una Tasa de Crecimiento Anual Compuesta (TCAC) de 10,33% en ese período.
En este contexto, la Universidad de Santiago ejecuta el proyecto Fondef IDEA I+D “Validation of SFN-rich microcapsules as functional ingredient with demonstrated effectiveness for its use in the food industry”, dirigido por la Dra. Andrea Mahn, académica e investigadora de la Facultad de Ingeniería, quien cuenta con una destacada trayectoria en I+D+i en el área de alimentos funcionales.
“Nuestro objetivo es validar el proceso de producción y estabilización del sulforafano, para crear ingredientes funcionales que puedan ser incorporados en alimentos para su utilización en la industria y que posteriormente, sean comercializados”, señala la Dra. Andrea Mahn.
Esta propuesta se sustenta en una línea de investigación previa que la académica ha desarrollado en torno al sulforafano, un compuesto químico presente en hortalizas como el brócoli y coliflor, que posee propiedades antioxidantes y antiinflamatorias.
“He trabajado en este compuesto explorando distintas formas de producirlo y estabilizarlo. De esas investigaciones han surgido publicaciones científicas y patentes concedidas, principalmente relacionadas con sus aplicaciones”, comenta la académica.
Asimismo, la producción y escalamiento de estas microcápsulas ofrecen un alto potencial para su industrialización. “Dado que el sulforafano tiene altas probabilidades de ser reconocido como fármaco, se proyecta que en el futuro cercano —dependiendo de la evolución regulatoria— el producto pueda ser comercializado como un compuesto farmacológico”, agrega.
Respaldo de la industria
La ejecución estará a cargo del equipo del Laboratorio de Biotecnología en Alimentos (LBA-Usach) de la Facultad de Ingeniería, bajo la dirección de la Dra. Andrea Mahn, y se sumará el apoyo de investigadores de la Facultad de Química y Biología, fomentado un trabajo multidisciplinario y colaborativo en la Universidad.
También contempla la colaboración de entidades asociadas como una empresa del rubro alimentario, encargada de validar el producto, y una farmacéutica que proveerá la materia prima. Además, se evaluará la eventual incorporación de una tercera entidad orientada a optimizar el modelo de negocio y la transferencia al mercado.
“La labor articulada de estos actores permitirá cubrir los aspectos necesarios propuestos en el proyecto, para acercar el producto al mercado”, enfatiza la investigadora.
Impactos esperados
La investigación se extenderá por 24 meses y se ha organizado en etapas con hitos definidos. “El trabajo a ejecutar busca consolidar la evidencia científica y técnica necesaria para garantizar la calidad y eficacia del producto”, subraya.
En una primera fase, se escalará el proceso de producción y, en paralelo, se realizará la caracterización de las microcápsulas de sulforafano, evaluando sus propiedades, rendimiento y recuperación del proceso, entre otros.
Simultáneamente, se iniciarán pruebas de funcionalidad a nivel de laboratorio para confirmar posibles efectos neurorregenerativos. Estos ensayos se complementarán con la validación de resultados preliminares ya obtenidos, vinculados a aplicaciones más concretas. “Asimismo, se desarrollarán estudios in vitro, junto con el análisis de los mecanismos de absorción y biodisponibilidad”, detalla.
Entre los resultados que se proyecta alcanzar está la creación de un spin-off que permita transferir la tecnología y disponer de un producto validado para su industrialización y aplicación en el mercado.
“Con este desarrollo buscamos aportar al crecimiento del sector de los alimentos en Chile y a mejorar la calidad de vida de las personas”, concluye la Dra. Andrea Mahn.
Autora: Paola Armijo León.
Imagen: Comunicaciones Vriic
Tags: Investigación aplicada
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